Si los cielos son misericordiosos, algún día borraran de mi mente lo que presencie, permitiéndome vivir en paz mis últimos años. Ahora no puedo dormir por la noche y he de tomar opiáceos cada vez que resuena el trueno.
Llego abrutamentey sin previo aviso; un demonio que recordaba las ratas escabulléndose desde fosos remotos e inimaginables, un jadeo infernal, un gruñido ahogado, y, entonces, esa abertura bajo la chimenea eructo una multitudinaria y leprosa vida; una horrible marea negra de corrupción orgánica mas devastadoramente odiosa que las mas horribles imágenes de locura e insania.
Hirviendo, bullendo, avanzando, borboteando como barro ofidio, se desbordaban a raudales desde ese agujero abierto, desparramándose como un contagio séptico jajaja, fluyendo desde el sótano hacia cualquier escapatoria posible; fluyendo para desparramarse a través de la media noche del bosque maldito y esparcir a su paso miedo, locura y muerte.
Sabe dios cuantos era…debía haber millares. Verlos fluir a la luz de ese debió e intermitente relampagueo resultaba estremecedor. Cuando disminuyo su número lo suficiente como para entreverlos como organismos separados, pude constatar que eran enanescos y deformes demonios o monos peludos; monstruosas y diabólicas caricaturas de la especie primate. Guardaban en silencio espantoso; apenas hubo un chillido agudo cuando uno de los últimos rezagados se revolvió, con la habilidad que da la larga practica para alimentarse en la forma usual a costa de un compañero mas débil.
Otros acudieron sobre los restos y los devoraron como desaforada fruición. Entonces, a pesar del vértigo de espanto y disgusto, se impuso mi morbosa curiosidad y mientras la ultima de las monstruosidades rezumaba de ese mundo inferior de desconocida pesadilla, empuñe mi brazo y lo alce amparado por el trueno diciendo estas palabras….guardián…….
Llego abrutamentey sin previo aviso; un demonio que recordaba las ratas escabulléndose desde fosos remotos e inimaginables, un jadeo infernal, un gruñido ahogado, y, entonces, esa abertura bajo la chimenea eructo una multitudinaria y leprosa vida; una horrible marea negra de corrupción orgánica mas devastadoramente odiosa que las mas horribles imágenes de locura e insania.
Hirviendo, bullendo, avanzando, borboteando como barro ofidio, se desbordaban a raudales desde ese agujero abierto, desparramándose como un contagio séptico jajaja, fluyendo desde el sótano hacia cualquier escapatoria posible; fluyendo para desparramarse a través de la media noche del bosque maldito y esparcir a su paso miedo, locura y muerte.
Sabe dios cuantos era…debía haber millares. Verlos fluir a la luz de ese debió e intermitente relampagueo resultaba estremecedor. Cuando disminuyo su número lo suficiente como para entreverlos como organismos separados, pude constatar que eran enanescos y deformes demonios o monos peludos; monstruosas y diabólicas caricaturas de la especie primate. Guardaban en silencio espantoso; apenas hubo un chillido agudo cuando uno de los últimos rezagados se revolvió, con la habilidad que da la larga practica para alimentarse en la forma usual a costa de un compañero mas débil.
Otros acudieron sobre los restos y los devoraron como desaforada fruición. Entonces, a pesar del vértigo de espanto y disgusto, se impuso mi morbosa curiosidad y mientras la ultima de las monstruosidades rezumaba de ese mundo inferior de desconocida pesadilla, empuñe mi brazo y lo alce amparado por el trueno diciendo estas palabras….guardián…….